Análisis musical

Charlie y la fábrica de chocolates

Charlie y la fábrica de chocolates es una película producida y dirigida por Tim Burton, quien hace una adaptación propiamente del libro, película que también tuvo otra adaptación en los años noventa.

Tim Burton tiene un estilo propio y relevante en todas sus obras, el estilo gótico, misterioso y de colores fríos hace parte de cada una de sus animaciones y películas, Charlie y la fábrica de chocolates no se queda atrás, pues se creería que al ser una película cuyos personajes principales son los niños y tiene fundamento en los dulces, tendría que ser de colores más vivos, con personajes que desbordaran más felicidad y una musicalidad de tonos alegres.

Sin embargo, no es eso con lo que nos encontramos en la película, cuyas composiciones musicales fueron realizadas por Danny Elfman, quien frecuentemente trabaja con Burton en otras producciones. A lo largo de la película, se nota en las diferentes piezas una similitud de acordes y notas con el Hada de Azúcar de Chaikovski, interpretada y adaptada de diferentes formas pero persistente a lo largo de la película, ya sea en escenas felices, tristes, intigrantes, lastimosas, enigmaticas o dramaticas, pues en el fondo siempre se escucharon notas muy agudas, que varían también con ayuda de un sintetizador, que es notorio al momento de escuchar un poco más a detalle estos temas musicales que reflejan misterio, drama y terror.

La música incidental de esta película es totalmente acorde con cada momento que viven los protagonistas, por ejemplo, cuando los niños junto a sus padres y Wonka suben al barco vikingo para viajar a través del río de chocolate, la música se va a adaptar al movimiento del río, si las aguas son turbias, el rigor de la música sube de una manera impetuosa, pero cuando cesan las aguas turbulentas, de inmediato la música cambia por una tonalidad más tranquila.

Retomando el concepto del barco vikingo, en el momento que este llega y los umpalumpas reinician el viaje río adentro, se alcanza a percibir una adaptación de cantos vikingos, armonizados con la percusión característica de estos tiempos e historias.

Por otra parte, y siguiendo con el estilo de Tim Burton, la musicalidad siempre da cuenta de tonos fríos, evidente a lo largo de toda la película, tanto en los colores del pueblo, el clima, el aspecto de la fábrica, la forma de vestir de Charlie y su familia, entre otros aspectos, cumpliendo con ese requisito musical de las películas de contar también historia por medio de la música, dando cuenta de las formas de vida y las tonalidades en que se desarrolla la temática.

Va a depender también del momento, el uso de los diferentes instrumentos, en ocasiones predominan los instrumentos de cuerda como los violines, vienen en momentos de esperanza como la entrada a la fábrica o momentos propiamente de tristeza; la percusión y los instrumentos de viento tienen entrada en momentos más dramáticos y con más movimiento como la marcha triunfal al caminar por la alfombra que da entrada a la fábrica, redobles a la llegada a la fábrica y música de viento al encontrar el tickete dorado.

Asumiendo otras escenas y musicalidades, entra en análisis el momento en el que Willie Wonka va a presentarse ante los niños, en esta escena, se abre una gran compuerta y se ve un show de marionetas antiguo, que en otro contexto sería para demostrar la inocencia y la dulzura de estos elementos, pero en esta escena es todo lo contrario, es un acto tétrico, apadrinado por una canción de feria o de parque de atracciones antigua y chirriante que termina quemándose.

Asimismo, las escenas de ilusión, como el anuncio de las puertas nuevamente de la fábrica y el final, cuentan con música semejante a la de alabanza o a las que dan cuenta de un milagro; también hay otro tipo de escena, como la del ascensor al salir volando de la fábrica, donde se puede escuchar una canción muy semejante a Carl Orff de Carmina Burana, pero claramente, adaptada al modo de Danny Elfman

Minuto 1:18 de la escena de la película se escucha la similitud

Incluyendo a estas escenas, también nos encontramos con música propia de regiones del mundo (que nunca dejan de tener de fondo el estilo ya propuesto y las variaciones de las semejanzas con el Hada de Azúcar) como la llegada de las chocolatinas a Marruecos, donde inmediatamente se escucha la música tradicional marroqui o árabe, o la llegada de las chocolatinas a New York que propiamente no tiene una música tradicional pero si hay canciones que pueden dar connotaciones de la gran manzana, pues cuando se muestra esta ciudad, se escucha una música fuerte, como si se tratara de un gigante, haciendo referencia a la Gran Ciudad, así como también se puede notar en el momento en que Wonka viaja a la tierra de los umpalumpas y se escuchan tambores indígenas, ya que se está adentrando en una selva y se encuentra con esta tribu de personas pequeñas.

En esta película no encontramos propiamente los Leitmotiv, ninguno de los personajes cuenta con su propia música cada vez que se muestran pero, en ciertos momentos si se les da tonalidades propias, por ejemplo, cuando el niño August empieza a comer desbordadamente en la pradera de los dulces, se le da una musicalidad fuerte como si fuese un monstruo atacando una ciudad, como Godzilla acabando con todo a su paso; también entran las canciones de los Umpalumpas dedicadas a cada niño, donde se puede apreciar la descripción y nombre de cada pequeño, con sus defectos y las tragedias que les van a acontecer dentro de la fábrica de chocolates, cada una de estas canciones tiene su propio estilo y hace alusión a un género diferente. Primero está la canción de August que tiene un estilo Bollywoodense, la canción de Violet se asemeja con la música disco de los 60s y 70s, la de la niña Veruca parece música góspel combinada con música psicodélica o un musical antiguo y la canción para Miguel es toda una obra de rock que trae a colación el estilo de diferentes bandas muy representativas a finales del siglo pasado.